El juego como reflexión filosófica

El juego como reflexión filosófica

Aunque nos pueda parecer importante la reflexión en torno al concepto de juego, ha sido un tema considerado intrascendente dentro de la historia de la filosofía. Durante siglos, la reflexión sobre el juego parece estar lejos de los grandes asuntos de los que se ocupan las humanidades: el bien y el mal, el concepto de Dios, la existencia o el conocimiento del hombre. Pero es en las reflexiones en torno al hombre, y especialmente al concepto de libertad, donde surge la reflexión sobre el concepto de juego.

Aunque nunca ha ocupado, como decíamos, un lugar predominante dentro de los temas fundamentales de la historia del pensamiento, sí que poco a poco ha ido apareciendo dentro de los textos de los principales autores. Así aparece de forma más o menos central en Platón, Hegel, Schiller, Nietzsche, Huizinga, Gadamer o Heidegger. Este texto pretende recorrer las principales reflexiones de estos autores para hacernos una idea general de cómo se ha entendido el juego a lo largo de la historia.

Los padres de la Filosofía: Platón y Aristóteles

En este recorrido histórico, que no pretende ser exhaustivo, comienza con la Grecia Clásica. Platón, el discípulo de Sócrates, reflexiona sobre la actividad lúdica partiendo del arte como expresión del ser humano. Platón relaciona el arte con el juego, y dice que para hacer poesía o pintura el hombre tiende a imitar la realidad. Esta imitación se hace como si se tratase de un juego. Y es en esta simulación de la realidad mediante el juego donde el hombre puede ser libre.

Además, defiende la educación física y el ejercicio, es decir, el juego, como fuente de placer. Las almas jóvenes no pueden soportar el trabajo, por lo que se les hace cantar, recitar y correr: jugar en definitiva. Los jóvenes no pueden mantenerse en reposo durante mucho tiempo por lo que se desarrollan mediante el juego. El juego, nos cuenta Platón, es un instrumento que nos ayuda a socializar, intrínseco al ser humano. El juego prepara al hombre para la vida adulta. La transmisión de cultura y de valores se hace a través de los juegos infantiles, por lo que es el principal conducto de aprendizaje de los infantes. 

Aristóteles, discípulo de Platón, reflexiona por su parte en torno al juego ahondando en lo dicho por su maestro. El juego, asegura, reproduce todas las actividades que el niño tiene que hacer de adulto, por lo que es fundamental en la preparación de las nuevas generaciones para la vida. No obstante, el juego no es exclusivo de los niños: tiene también un carácter medicinal, ya que mediante el juego se compensa la fatiga producida por el trabajo y, gracias a que proporciona placer, se obtiene descanso y relajación.

El concepto de juego en la modernidad

Aunque otros autores se hicieron eco del concepto de juego, como Kant y algunos filósofos de su época, no fue hasta Schiller donde el concepto ganó en relevancia. Friedich von Schiller (1759-1805) idea ya en el siglo XVIII la Teoría de la potencia superflua o Teoría del recreo. Siguiendo las reflexiones de Aristóteles, Schiller postula que el juego nos hace disminuir la energía del cuerpo. El juego, por tanto, es una especie de vía de escape frente al exceso de energía. La finalidad del juego no es satisfacer las necesidades naturales, sino que su finalidad es el recreo. A él se le atribuye una de las frases seminales sobre el juego dentro de la historia de la filosofía: «El hombre solo juega cuando es hombre en el pleno sentido de la palabra, y solo es enteramente hombre cuando juega». 

Contemporáneo a Schiller es Hegel (1770-1831); este reputado pensador postuló que la situación del mundo era caótica: se estaba cayendo a pedazos. Algunos de los síntomas eran el aburrimiento generalizado y una sensación de vacío existencial. Esta situación es insostenible para el ser humano. Tirando del hilo de este pensamiento, Hegel dice que el juego, gracias a su profunda indiferencia frente al mundo, supone la seriedad sublime, y por tanto la única verdadera. Aunque resulte difícil de seguir, este pensamiento esconde una verdad incuestionable: frente al caos del mundo, el juego supone un refugio para el hombre.

F. Nietzsche (1844-1900), por su parte, es considerado el principal autor nihilista. Frente a un mundo de moral cristina, basado en la filosofía platónica, afirma en el libro Ecce Homo: «No conozco otro modo de tratar las grandes tareas que el juego». El niño es el único ser humano capaz de vivir en libertad, y es cuando el niño juega cuando este aspecto queda reflejado en su máxima expresión. Él crea las reglas del juego y es capaz de situarse más allá del bien y del mal, por lo que es dueño absoluto de su libertad. El adulto debe recuperar el juego y la forma de jugar de los niños para poder desprenderse de toda la carga de prejuicios culturales que arrastramos.

Johan Huizinga y el concepto de Círculo mágico

Mención aparte merece la reflexión que hace Johan Huizinga (1872-1945), filósofo e historiador neerlandés. Huizinga inició el estudio moderno de los juegos. Su obra Homo Ludens es un referente absoluto dentro de los llamados game studies. En esta obra se profundiza el estudio del juego como fenómeno cultural, y se considera al juego como una función humana tan esencial como lo son el pensamiento o el trabajo. El juego es la génesis y el principal motor del desarrollo de la cultura.

Nos dice Huizinga que el juego es universal e interpela a todos los individuos y forma parte de todas las culturas. Se pueden encontrar características lúdicas en todas las actividades humanas, desde las más elevadas hasta las más mundanas. Los ritos y tradiciones que sobreviven en una civilización comienzan como un juego, y es aquí donde se perpetúan para que pervivan a lo largo de la historia.

A la hora de reflexionar sobre el entorno en el que se desarrolla el juego, una gran mente como la de Albert Einstein lo describe como un laboratorio creativo. Huizinga, por su parte, crea un concepto fundamental en la teoría sobre el juego: El círculo mágico. Huizinga dice que El círculo mágico es un entorno seguro y perfecto, donde todo es posible y donde todo el universo está contenido. Los jugadores están unidos y aislados de la realidad, sin interacción con o consecuencias para el exterior. En este mundo intangible, la moral y los valores quedan desvirtuados: se sitúan más allá del bien y del mal. Lo único importante es la aceptación de las reglas por todos los jugadores y el resultado del juego. Y aunque resulte divertido, es verdad que dentro del círculo mágico el juego es una cosa muy seria.

Gadamer Y Heidegger: el concepto de juego en el Siglo XX

Hans-Georg Gadamer (1900-2002) fue uno de los últimos grandes filósofos de la historia. Como no podía ser de otra manera, Gadamer reflexiona sobre el concepto de juego. El filósofo afirma que jugar siempre representar algo. El arte tiene un alto componente lúdico, ya que se autorepresenta a la vez que se muestra al espectador. De esta manera, el espectador tanto de la obra de arte como del juego es quien se une al círculo en el que danzan juego y jugador. El juego, por tanto, forma parte de la forma en la que se relaciona con el ser humano de igual forma que la obra de arte.

Por su parte, Martin Heidegger (1889-1976) es considerado el filósofo más importante del Siglo XX. Siguiendo la tradición de todos estos filósofos que hemos analizado, Martin Heidegger piensa el juego subiendo la importancia que el acto lúdico tiene para el ser humano. Heidegger dedicó una lección al juego en el curso de Introducción a la Filosofía en la Universidad de Friburgo entre el año 1928-1929. En ese curso identifica el juego, el jugar, como el concepto fundamental existencial del mundo. El ser humano existe trascendiendo, moviendo el propio ser hacia lo otro que es el mundo, y esto se hace mediante el juego. De esta forma, sigue, el juego es la forma que el hombre tiene de desarrollarse con su entorno y con los demás.

Un intento de conclusión

Hemos visto como algunas de las principales mentes de la historia del pensamiento tratan el juego y el jugar dentro de su obra. El concepto va cogiendo mayor relevancia sobretodo gracias a Huizinga, que puso el foco en el juego como un problema filosófico de primer orden. De esta forma, el juego pasa a tener relevancia y no es un apéndice más dentro de los problemas considerados mayores.

A medida que el juego gana importancia dentro de las humanidades, los juegos de mesa comienzan a experimentar un auge espectacular hasta llegar a la situación actual. El juego, el acto de jugar, es una actividad humana que nos hace libres y configura la existencia de los hombres desde pequeños hasta nuestra vida adulta. El problema es que, mientras los niños aprenden jugando, muchos adultos han olvidado jugar. De ahí la importancia que los juegos de mesa tienen en la sociedad y la cultura. El momento que viven los juegos de mesa es muy dulce, y debemos, como sociedad, volver a tomarnos el juego en serio.

Iván Fernández Frías